Un poco de mi historia... por el Dr. Pedro "Goyo" Merkier

Nací un 13 de julio de 1943 en el Sanatorio Guemes en Capital Federal.

Curse mis estudios primarios en el colegio de la calle Triunvirato de Villa Urquiza.

Comencé, posteriormente, mis estudios secundarios en el Colegio Nº 11 de Villa Devoto y terminé en el Colegio Vieytes a los 18 años de edad.

A nivel universitario, tuve un breve paso por Ciencias Económicas, posteriormente, comencé a estudiar Kinesiología, terminando en diciembre de 1966.

A partir de ahí, trabajé en diversos hospitales e instituciones privadas, hasta que en octubre de 1968 me contrata el Instituto Correntino de Ayuda al Lisiado llamado ICAL.

Allá por el año 1969, contraigo matrimonio con Elisa Open, con la cual tuve dos hijos: Denisse en 1972 y Diego en 1974. En el año 1979 me invitan a un curso de quiropraxia en Buenos Aires, en donde conocí e hice amistad con el Dr. Carlos X. Domingo y comencé a estudiar quiropraxia.

Por el año 1983, me traslado a la cuidad de Córdoba y en 1989 comencé a tener mis primeros alumnos.

En el año 1993, se crea la primera entidad quiropráctica del país llamada Word Chiropractic Allance Argentine Branch, que funcionó hasta que se transformó en la Asociación Quiropráctica Argentina (AQUA).

En el año 2002 recibí el título de Dr. en Quiropraxia Honoris Causa.

Con el correr del tiempo y debido a problemas físicos por el trabajo intenso, decidí buscar al que iba a dejar como heredero quiropráctico en mi consultorio, ubicado en calle Paraná 586 de Barrio Nueva Córdoba.

Mis dificultades físicas fueron empeorando y viendo que la actuación de Marcos Altamirano, tanto en la técnica como el manejo de los pacientes a nivel personal, era óptima, decidí que era tiempo de retirarme e irme a vivir con mi familia al estado de Israel, donde tengo a mis hijos y nietos en orden de aparición: Tomer de 7 años, Noa de 5 años, Maya de 5 años y Uri de 2 años.

Con el correr de los años y al tener continuo contacto con la gente del consultorio y otros que conocen a Marcos, comprendí que había dejado en las mejores manos a mi establecimiento.

Gracias por haberme acompañado en todos estos tiempos a mis pacientes y a Marcos Altamirano por dejarme siempre tan bien representado.